viernes, 1 de abril de 2011

RESEÑA DEL CAPÍTULO “EL DESARROLLO DE LAS EMOCIONES” DEL LIBRO “PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN Y LA EMOCIÓN” DE MARIA LIDÓN VILLANUEVA Y ROSA ANA CLEMENTE


Las autoras afirman que la emoción puede considerarse como un estado mental, en la medida en que está relacionada con otras etapas, como el deseo o la creencia.
María Lidón Villanueva Badenes, es profesora titular del Departamento de Psicología Evolutiva, Educativa, Social y Metodología de la Universidad Jaume I, al igual que Rosa Ana Clemente Estevan. Además, esta segunda autora, es Profesora de Psicología de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad de Salamanca.
Su propósito es enunciar que la expresión y comprensión de emociones resulta de los campos tradicionalmente afectados cuando se habla de poblaciones con diferentes problemas de interacción social. Esto las lleva a plantear dos ideas. La primera, es la tendencia teórica actual para explicar cómo se produce el desarrollo de las emociones en el ser humano; y la segunda, este desarrollo desde el nacimiento hasta la adolescencia, así como de los procesos cognitivos, sociales y afectivos que lo acompañan.

            Por una parte, encontramos la teoría de las emociones diferenciales. Esta opción teórica propugna la existencia en el inicio de la vida de algunas emociones básicas de carácter innato, por ejemplo, el interés, el placer, la tristeza, la ira, la sorpresa, entre otras. Citando a Villanueva y a Clemente, “a medida que la persona se desarrolla, estas emociones fundamentales se van modificando, de forma que el resto de ellas van siendo progresivamente ejercidas y reconocidas a lo largo del segundo y tercer año de vida” (pág 110). Pero, ¿Cómo explica esta teoría las relaciones entre desarrollo emocional, cognitivo y social? La relación que se establece entre desarrollo socio-emocional y cognitivo es la siguiente: ambos son sistemas de influencias recíprocas, que ayudan a la persona a adaptarse a las demandas cambiantes del contexto social. Por esta razón, las emociones pueden estimular los avances socio-cognitivos de muy diversas formas. En primer lugar, las emociones estimulan estos avances al promover las interacciones sociales. Por ejemplo, la relación madre-hijo, lo que contribuirá al desarrollo de una buena comunicación entre ellos. Una segunda vía, a través de la cual las emociones fomentan el desarrollo socio-cognitivo, sería la re-evaluación que el sujeto realiza de sus comportamientos o expectativas, como es el caso de las emociones secundarias como vergüenza y culpa. Y, en tercer lugar, la última vía se realizará a través de las representaciones emocionales por medio del conocimiento, como las grafías infantiles sobre los propios estados emocionales.
Según lo anterior, las actividades emocionales que tienen lugar en el ambiente social estimulan los avances en el funcionamiento socio-cognitivo al promover las interacciones sociales, y estos adelantos contribuyen a fomentar el desarrollo emocional.

            Por otra parte, las tendencias teóricas comentadas anteriormente han ido incrementando progresivamente la función evolutiva de las emociones en cada tramo de edad. Según esta teoría, diferentes emociones alcanzarán un papel más importante en las diversas etapas de la vida, para así facilitar el avance en las tareas evolutivas de ese periodo. Comenzamos con la etapa inmediatamente posterior al nacimiento (0-2 años). Citando a las autoras: “aparecen las primeras o básicas emociones: interés, placer, disgusto, tristeza, ira, sorpresa, miedo, etc” (pág 113), ante estados positivos y negativos o ante la interacción social. El siguiente período comprende desde los 2 a los 5 años de edad, en el que las emociones surgidas en el tramo anterior de vida, se fortalecen y comienzan a ser explicitadas verbalmente. Posteriormente, en la etapa de los 6-12 años, se consolidan las emociones auto-evaluativas (culpa, vergüenza, orgullo, etc), debido a la progresiva internalización de las normas sociales y morales. Concluyo con la fase de la adolescencia: aquí aparecen una gran mayoría de estados afectivos negativos y existe cierto desorden emocional, pues se presentan sentimientos de miedo, tristeza y ansiedad.
Lo anterior sugiere que la personalidad, a través de los procesos cognitivo-afectivos y el comportamiento, determina el grado y la forma como las situaciones biológicas, psicológicas, ambientales y sociales mantienen y potencian la salud mental y el bienestar percibido (felicidad); o, en ocasiones, pueden desencadenar alteraciones en este ámbito. Sucede entonces que la salud mental y la felicidad dependen de cómo la persona maneja y gestiona las situaciones de la vida, tanto en su interior como en el exterior: con el ambiente y los demás.

            Cabe recordar un panorama global del desarrollo evolutivo de las emociones infantiles. Para ello, se ha concedido especial importancia a las franjas de edad más significativas utilizándolas como esquema organizador.
Los autores revisados nos dejan entrever sus singulares formas de envolvernos hacia una conceptualización evidente sobre la sociedad de hoy a través de su obra la cual nos refleja la realidad en que vivimos.
En este sentido, cabe señalar el amplio empuje que experimenta el tema del desarrollo emocional del niño, en especial, en lo que respecta a las implicaciones que los aspectos emocionales tienen en el desarrollo de la memoria, del lenguaje, de la inteligencia y de la teoría de la mente.


No. de palabras: 800

Villanueva, M; Clemente, R (2002). Psicología de la Motivación y la Emoción, capítulo 5: El Desarrollo de las Emociones. Madrid. Mc Graw Hill, 109-121.